sábado, 13 de octubre de 2012


La noche me vence con sus exigencias, 
nunca la entiendo bien.
Cuando está callada hago el ángel 
en la cama y sonrío,  pero se enoja. 
Cuando dicharachera ruedo, ruedo todo el tiempo, 
y no cierro los ojales de los ojos ni un segundo. 
Miro la mancha del mar 
como un espacio incompleto e intento imaginarme 
un cucharón de azúcar morena, 
‘mañana bajaré a por un poco para el café, 
cuando aún no se haya ido la luna’. 
Todos duermen y en su quietud he pensado 
¿qué estarán soñando? Ojala pudiera entrar 
descalza sin hacer ningún sonido, 
y pasearme por sus imágenes,  hasta podría salvar 
a alguien de una situación de peligro, 
¡eso estaría bien,  sí! 
Yo he dormido media hora,  y he soñado 
que estabas conmigo,  aquí,  acurrucado, 
nada más,  descansando,  un goce delicioso. 



Nená de la Torriente