Esta
madrugada no silba el viento,
chilla
palabras entre cuchillos
con
ese filo fino sin filípicas.
'Déjame
entrar en tu corazón
me
dice, déjame entrar',
y enciendo todas las luces
de
la casa para que vea que
no duermo, que no va a llevarme
nunca.
Sé
que no me miente, pero no
siempre
la agria verdad tengo
que
instalarla en el armario,
ni
la obscena franqueza innecesaria.
¡No
me grites!
Conozco
todas tus palabras, ni
siquiera
son tuyas de cuna.
Abanderarse
de ideas pisando al que ideó
a la primera es la cosa más estúpida.
¡Calma
la sed del que quiera gritar
y
deja que grite contigo,
no
vengas hasta esta ventana
que
yo no pretendo nacer de nuevo, ni
recoger
margaritas!
Nená
de la Torriente