A
saltos cortos la niña juega
a
la teja.
Pata
coja, uno, dos y tres,
a
la cuarta coge la teja,
salta
con los dos pies,
y gira.
El
niño con el puño combando
su
mejilla, se aburre en domingo.
Su
madre le ha perfumado y
se
siente ridículo.
A
la niña le gustaría perfumarse
pero
pedirle al niño de su colonia
no
podría.
¡Es colonia de niño!
Al
niño le gustaría jugar,
pero
jugar a la teja no podría.
¡Es
un juego de niñas!
Tantas
indicaciones equivocadas
¿para
luego esperar seres adultos
con
ideas propias?
Todo
es importante,
hasta
la más pequeña referencia.
El
amor ¡Oh sí, dije el amor!
te
lleva a lo natural, a lo sensato,
quizá
sea esa nuestra carencia:
La
falta de querencia por el otro,
la falta de querencia por nosotros mismos.
Somos
unos sabios
conscientes
o inconscientemente
ignorantes.
Nená de la Torriente