-Mini ¡hip!-
De
un país a otro,
una
tecla de distancia,
de
un corazón a otro un parsec.
Tanto
nos hemos ido aislando
que
pronunciar intimidad
nos
asusta, como si pudieran herirnos
irremediablemente,
una
estocada fatídica y previsible.
Así
a oscuras guardamos el botiquín
a
mano y la salud -eso pensamos-
de
un corazón a salvo.
Pero
sin luz el corazón se estría,
con
las mismas heridas
que
nos harían otros,
pero
sin los gozos,
escasos
o no tan escasos
que
nos proporcionarían.
Entonces
¿Cómo lo ves?
Nená de la
Torriente