domingo, 14 de octubre de 2012


-Mini ¡hip!-

De un país a otro, 
una tecla de distancia, 
de un corazón a otro un parsec.

Tanto nos hemos ido aislando 
que pronunciar intimidad 
nos asusta,  como si pudieran herirnos 
irremediablemente, 
una estocada fatídica y previsible. 
Así a oscuras guardamos el botiquín 
a mano y la salud -eso pensamos- 
de un corazón a salvo. 
Pero sin luz el corazón se estría, 
con las mismas heridas 
que nos harían otros, 
pero sin los gozos, 
escasos o no tan escasos 
que nos proporcionarían. 

Entonces ¿Cómo lo ves? 




Nená de la Torriente