No
subas la persiana
ni
enciendas la luz,
imagina
mi alegría tontorrona
y
el brillo de mis ojos.
Las
verdades se ocultan
para no cargar de cruces a los que quieres,
para no darles mal.
En
dos segundos me habré tragado las espinas
y
verás mi sonrisa luminosa,
entonces
podrás abrir la ventana
para que entre la lluvia.
¡Y
haremos una fiesta,
y
seremos artificio
como todos los demás!
Nená de la Torriente