jueves, 18 de octubre de 2012


Todos nos hemos sentido sólo de piel 
sujetos al palo de un llaüt. 
Pescadores sin redes en medio 
de un mar que no era nuestro,  solos, 
con instinto,  pero sin tierra donde hacer fuego, 
impotentes ante tanto océano alrededor. 
Y somos eso,  piel en medio de un océano, 
solitarios sin herramientas, 
empezando siempre de cero. 

Unos se hacen al mar, 
otros buscan el modo de llegar a la costa 
y fabrican,  se relacionan y abandonan 
el lenguaje con los peces. 
Algunos alternan los dos mundos 
con la naturalidad del día y la noche 
en una evolución casi perfecta. 
Pero la mayoría se olvidan que son piel 
y que están solos, 
al encontrarse con otros,  al fabricar,  al componer, 
se coronan de un vestido distinto 
que les quita la sensación de desnudez, 
presienten que puede ir más allá del bien, 
de lo que no está tan bien, 
del mismo mar y de la costa. 



Nená de la Torriente