Me
bautizo por ti
a
tu manera,
en
nieves azules
o
en aguas blancas.
Te
prometo el instante
de
los instantes, la brevedad
del
pecado que nunca es mancha
y
jamás deja costurón.
Soy
la gota de la ambrosía
placentera
en su exquisitez primera,
de
la flor a la copa, sin mano alguna.
Mírame
sólo de reojo
y
retenme en la retina,
sólo
una vez y para siempre.
Nunca más.
Nená de la Torriente