Despierta
el sueño soñando
que
aún sigue dormido,
da
tres pasos, otro más y
se
maravilla del color de las cosas.
¿Cómo
era el colorido en el otro
sueño
que soñaba? ¿Más amarillo?
Se
arrima a la ventana, y el golpe
de
aire fresco revoluciona sus
venas, su piel, el pálpito constante
se
perturba, e ingenuamente se
pregunta
si éste es el mejor sueño
que
ha tenido en su vida.
Ésta
es la pausa y la reflexión,
el
aspecto, el punto, el argumento.
La
vida es el mejor de los sueños.
Nada
inimaginable o concebible
puede
compararse
con
ese golpe de aire fresco,
el
estremecimiento en la piel,
el prodigio del iris
que
se encoge ante la luz
y
hace que el pulso se acelere
por
un segundo de existencia.
Vivir
es todo eso
e
infinitamente más.
Nená de la Torriente