Si
dejas de correr se escucha,
se
percibe tu propia voz por dentro.
Nos
crece el pelo, las uñas vertiginosamente,
pero
el juicio va lento,
porque
ignoramos su voz,
no
charlamos con ella de nada que no sea
trivial, un motivo de agenda.
Es
cómodo, la rutina no hace preguntas molestas.
Lumbreras
de lo cotidiano,
hombres
prácticos por excelencia.
¿Acaso
robot?
En
cierto modo.
1, 2, 23, cada día los mismos
hábitos, con pequeñas variaciones
en
la repetición.
No
neguemos que da una cierta estabilidad
incluso
emocional
¡Envuélvame
un Cero, por favor, que me lo llevo!
Pero
¿qué te queda de esa vida que sorprende,
que te muerde la pantorrilla,
que
te enloquece, que fascina,
que
te despierta sonriendo,
en
la que un día es un millón de jornadas,
la
que nunca se envuelve
y
te trasporta a millones de vidas
en
un instante sin un planning organizado
sin
horario de vuelta?
Es
que eso ¿no te seduce nada?
Tal
vez a muchos no.
Nená de la
Torriente