Te
viertes como el vino
de
una jarra,
sin
miedo a salirte del vaso de barro;
no
estás atenta a esas pequeñas cosas
tan
importantes,
tan
chicas, tan sutiles.
Cuando
te das, te das entera,
como
una zambullida en un mar helado
o
un cógeme de espaldas,
o
un bésame sin boca.
Confías, crees, sabes, no preguntas,
nunca
aprendes, que en la vida una
sábana
cubre más que una manta
en
ocasiones,
es
cuestión de óptica y de destreza.
Aprendes
a amar la imperfección
que
no es tuya,
¿por
qué no amar la propia?
¡Ay, cholo tonto!
Estate
más atenta a todas las orillas
cuando
vuelvas a pensar en zambullirte
en
un mar de agua helada.
Nená de la Torriente