viernes, 5 de octubre de 2012




Te viertes como el vino 
de una jarra, 
sin miedo a salirte del vaso de barro; 
no estás atenta a esas pequeñas cosas 
tan importantes, 
tan chicas,  tan sutiles. 





Cuando te das,  te das entera, 
como una zambullida en un mar helado 
o un cógeme de espaldas, 
o un bésame sin boca. 
Confías,  crees,  sabes,  no preguntas, 
nunca aprendes,  que en la vida una 
sábana cubre más que una manta 
en ocasiones, 
es cuestión de óptica y de destreza. 
Aprendes a amar la imperfección 
que no es tuya, 
¿por qué no amar la propia? 
¡Ay,  cholo tonto! 
Estate más atenta a todas las orillas 
cuando vuelvas a pensar en zambullirte 
en un mar de agua helada. 



Nená de la Torriente