Eres
el abanico del cielo
de
mi memoria dormida,
de
la noche pasada,
de
la cascada de escalofríos
que
se pierden en la garganta
hacia
un oscuro recóndito.
Eres
la timidez y el abandono
que
se trasforma en llama,
en
el poderoso fuego arrollador
e ingobernable.
Eres
ese contacto ligero, detonado
por una sonrisa,
que
se derrama en un universo
sin
cabida en ningún espacio imaginado.
Eres
esa puerta sin salida
que
se esfuma una vez que la has cruzado.
Nená de la Torriente