Te
digo que tienes un sitio conmigo
en
el hueco de mis manos,
mientras
cocino y el aroma de las verduras
entra
en los rincones de los muebles.
En
la arruga de mi frente cuando algo
no
lo entiendo, y engurruño la nariz
como
una niña.
Un
rincón entre mi pelo, cuando salgo
a
pasear por las arenas de una playa
aún
dormida,
y
el sonido del mar no es sonido,
son
palabras y susurros muy de cerca.
Un
sitio en el calor de mi cuerpo
cuando
en la noche hace frío, y
te cobijo de la niebla y del relente
de
este mundo tan aullador y tan húmedo.
Un
lugar entre mis versos,
no
sé si en las vocales, tan redondas,
tan
contundentes, o entre las consonantes
tan
numerosas y coquetas.
Te
digo que tienes un espacio, aquí conmigo,
amarrado a mis cosas
-que
ya son de muchos modos tuyas-
porque
intuyes el olor de mis guisos,
de
mis aún amables arrugas,
de mi pelo enmarañado,
del calor de mi cuerpo,
y de cómo respiran
cada uno de mis torpes versos.
Nená de la Torriente