La
borrachera de los días felices
levanta
dolor de cabeza.
El
cuerpo deja de ser cuerpo
y
nos duele hasta lo que no sabíamos
que
guardábamos en la maleta.
La
vida la miramos detrás de unas lentes gruesas,
muy
gruesas, como si fuera un chiste,
al
que aún no le hemos captado la broma,
y
no tenemos ninguna prisa
por
reírnos todavía.
La
gente es una fatiga,
pasa
deprisa, todo el tiempo delante
de
nuestro rostro, con infinidad de perfumes
incalificables,
parecen
pequeños insectos, siempre molestos,
incapaces
de andar por turnos,
o
en otra dirección que no sea la tuya.
Psse psee psse brrrr brrrrr psee psee,
ridículos
sonidos,
tan
ininteligibles como absurdos.
¡No
vuelvo a ser feliz, ni loca!
Nená de la
Torriente