viernes, 19 de octubre de 2012


Viértete sobre mí como el vino 
alegre y festejado, 
deja los huesos fuera 
y ese pellejo tirante que ha de 
molificarse. 
No somos más que eternidades 
en instantes, succionadas 
por la diminuta trompa de una mosca. 
¡No esperes! 
Mírame a los ojos sin miedo 
y entra dentro de ellos, 
averíguame entre las manchas del iris, 
quédate ahí ese momento 
¡que digan miau! 
que yo te dejaré que te cueles por mis ojos 
y que invadas mis secretos 
¿secretos? 
silencios entre gritos tan bien guardados 
que sólo los entenderás tú. 
Viértete sobre mí ser humano,  y sonríe, 
que vamos a salir de aquí algún día lejano 
o no tan lejano, 
pero hoy te aseguro que no. 



Nená de la Torriente