Cuando
un hombre no te cuida,
no
es que no te quiera es que
ni
siquiera te respeta.
El
ser humano no es tan complejo,
somos
pequeños trozos de espejo
que
brillan a la luz de un rayo de sol.
A
ratos cegadores y en días grises
somos
plata sobre el mate del color plomo.
Se
respeta siempre, siempre, siempre,
con
amor, sin amor, como una forma
necesaria
de educación y modo.
Pero
además, si se supone cariño,
travesura, ternura, amistad cómplice,
el
respeto es sacrosanto.
Es
el papel que envuelve la piel y
así
la lengua y el envase del perfume.
Algo
tan inevitable como la propia
respiración.
Nená de la
Torriente