Este
Madrid de hoy me respira,
me
acaricia el pelo y me llena de calma,
aunque
en la boca quiera arrancarme
una
muela, el incisivo, algo, lo que sea,
porque me inquieta una parte dentro que
no
adivino.
Cuando
las cosas vienen con ángulo
en
las bandejas uno se yergue, e intenta
no
inclinar el contenido.
Yo
dejo de pensar lo que no entiendo
aún
siendo consciente de que es una cobardía.
Madrid gris, Madrid viejo,
Madrid
del chato de vino,
tienes
todas las preguntas en la boca del metro,
todas
menos una.
Nená de la Torriente