viernes, 26 de octubre de 2012



Todo ha cambiado Madrid, 
aunque sigas oliendo a canela 
y debajo de las hojas a húmedo, 
pero la rabia huele mucho más. 



Cierra los ojos,  cierro los ojos, 
un segundo,  dos segundos,  mi derecho, 
tu derecho,  quién me niega la nostalgia 
de la nada,  del vacío de mancha, 
de la pureza de un mundo que no existe, 
que no ha existido nunca. 
Vamos a tener que llorar cada pérdida 
eternamente,  hasta que el último pájaro caiga. 
No. 
No me reduciré para construir desde 
lo pútrido,  para vestirme de negro, 
coger un fusil y seguir retrocediendo. 
¿Acaso se corrige un mal con otro? 
No hemos aprendido nada. 



Nená de la Torriente