lunes, 15 de octubre de 2012


Sabe mi tercera taza de café 
todo lo que me duele y todo 
lo que me da bien. 
Lo sabe desde que tropieza 
con mis labios. 
Las tazas de café son muy sabias, 
llevan siglos hablando con nosotros 
bajito,  en un diálogo secreto. 
Muchos piensan que sólo escuchan, 
porque bien es cierto que por necesidades 
lógicas uno se calla y piensa, 
y el café baja caliente 
mientras las sostenemos, 
pero no es así: 

Ellas también hablan. 



Nená  de la Torriente