Cómo
sabe contorsionarse el ánimo,
inveterado
de todo asiento.
‘No te acomodes mucho’ parece
decirte, cuando dejas de reírte un rato.
Asusta
a veces, cuando apoyando tu cabeza
entre
las manos, absorta en cosas
que
dejaron de ser importantes,
te
asalta una lágrima o un estado
ingobernable
y díscolo.
‘La mar debe de estar ya muy fría’
y
levantas los ojos sabiéndote
un
grano de arena,
y
te arrebujas entre tus propios brazos
para
sostenerte,
ni
siquiera para quitarte
ese
relente borrascoso.
No
son penas, es el instante que a uno
la
grieta se le abre,
y
se escapa la soledad que sellamos
cada
día con millones de palabras.
Nuestro
yo que tirita porque
siendo
tan fuerte, es ferozmente débil
y
sabe que,
es
sólo, en cualquier playa de cualquier costa,
un
pequeñísimo grano de arena.
Nená de la
Torriente