miércoles, 10 de octubre de 2012




Mi ancla se quedó hundida 
en el fondo,  pero el océano 
es muy grande. 
No sé de qué extraña manera 
se partió el arganeo y la perdí. 
Todos los niños quieren más tiempo 
para quedarse en el patio. 
Todos los niños quieren irse más 
tarde a la cama. 
Todos los niños quieren volver 
a casa cuando ya no hay luz. 
Yo tengo todo lo que los niños quieren 
sin mi vieja ancla de fondeo, 
siempre cubierta de herrumbre y de algas, 
la que tiraba de mí y me sostenía 
en las noches de fuertes corrientes. 
¿No es acaso el poder de creerse 
el rey del mundo,  inconsciente de todo? 



Nená de la Torriente