Mi
ancla se quedó hundida
en
el fondo, pero el océano
es
muy grande.
No
sé de qué extraña manera
se
partió el arganeo y la perdí.
Todos
los niños quieren más tiempo
para
quedarse en el patio.
Todos
los niños quieren irse más
tarde
a la cama.
Todos
los niños quieren volver
a
casa cuando ya no hay luz.
Yo
tengo todo lo que los niños quieren
sin
mi vieja ancla de fondeo,
siempre cubierta
de herrumbre y de algas,
la
que tiraba de mí y me sostenía
en
las noches de fuertes corrientes.
¿No
es acaso el poder de creerse
el
rey del mundo, inconsciente de todo?
Nená de la Torriente