Somos
material reciclado.
Creemos
en nuestro pequeño
delirio, que lo que saldrá de nuestra
mano
es un pequeño cosmos nuevo.
Yo
lo miro cosmos
y
lo siento nuevo.
Porque
a pesar de ser un pequeño
ser
de retales,
el
barro de mis manos no lo es
Es
fruto de agua y arena,
de
esperanza,
que
dejó de ser mío
cuando
se posaron en él otros ojos.
Maltratamos
al verso,
le
reprobamos con condiciones pueriles,
pero
él llega donde la vista no alcanza
ni
siquiera los aparatos de radioscopia.
No
se habla con el verso, él entierra
o exhuma lo que ya existe,
es
como un enorme cucharón capaz
de
ir allá donde nadie llega,
revolverlo
todo,
alzarlo
por el aire,
darle
vida, estremecerlo,
encender
la luz,
calmar
al sediento.
Tanto
es el verso.
Nená de la
Torriente