miércoles, 3 de octubre de 2012


Los silencios son esas pausas amarillas, 
cálidas si son de sol, 
frías si son de desasosiego. 
Amarillas son las pausas del silencio 
porque el amarillo es el color del enfermo, 
que en su estado no puede decir ni sabe, 
sólo se duele y no comprende. 



Yo abrazo todos los amarillos para que 
no se sientan en desdicha, 
la conformidad de las letras,  de las voces, 
es compleja y nos sonroja preguntar. 
A veces las cosas más sencillas e ingenuas 
parecen obstáculos insalvables, 
o aquellos muros de piedra, 
los vemos como juegos de niños; 
pero el bello amarillo nos revuelve, 
nos confunde,  nos indispone y nos 
postra en un silencio 
innecesariamente magullado. 

Háblate,  háblate mucho,  no te muerdas por dentro.



Nená de la Torriente