domingo, 30 de septiembre de 2012


La gota golpea el cristal, 
salpica en la tierra ya oscurecida, 
hace un guiño a la menta verde 
y me susurra

¡Escribe! ¡Escribe! ¡Escribe!
¡Escribe! ¡Escribe! ¡Escribe!

Así una y otra van cayendo 
sacudiendo los cristales 
a voces,  como niños rebeldes 
saliendo de los patios. 

“Dónde vas marinerito sin velero, 
que este mar no te conoce 
y está  fiero….” 

El cielo se desploma a pedazos, 
como una punta clava la tierra 
y borra el suelo. 
¿Dónde se lleva los tallos más pequeños 
y la perseverante semillita que la riego? 
Nacerá en otro prado, o 
en cualquier secano 
al oeste de este extremo. 
Lejos de mis ojos color pescado, 
quizá cerca de los tuyos color ojo. 
Llévame contigo aguacero y 
deja que sea semilla en otro suelo. 

Déjame ser ese verso encendido 
que libremente acabe otro. 




Nená de la Torriente