no
la escucha casi nadie,
y
no es porque la cante bajito
o
porque mi timbre sea irritante.
La
canción que yo canto
no
la escucha casi nadie
porque
nace para adentro
y
las letras se invierten y se comban,
se
retuercen, hasta olvidarse
en
familiares habitáculos.
Y
cuanto más quiero darlas salida,
deportar, regurgitar o desterrarlas,
más
se inclinan en su afán de introducirse.
Se cuelan allá donde ni yo me conocía,
consumiéndose como fruta perecedera.
Sólo
unos pocos las rescatan.
Nená de la Torriente