No
quedan billetes de ida y vuelta.
Los
higos, picoteados por los pájaros
han
llenado los caminos de moscas,
con
ese olor dulzón de la fruta adulta.
El
polvo fino de los senderos sigue
manchando
los frágiles tallos de los
arbustos, a media altura,
con
el paso rápido de los coches
-me
apena esa invasión del verde
empobrecido
por tantas ruedas-
Ha llegado el domingo con el estallido
de
la ensordecedora cigarra, que no deja
escuchar
el mar, ni dentro del agua.
En
el paseo, ellos y ellas se visten de limpio,
¿por
qué no hacerlo el lunes, o el viernes
o
el jueves de cada semana?
Son
los mismos que van con sandalias
y
pantalones cubanos, que hoy se ponen
trajes
y vestidos de lino.
No
lo entiendo. Me sumerjo en el agua.
Pienso,
‘son costumbres, son costumbres’.
El
mundo está lleno de pautas,
de
prácticas, y la distancia es precisa
hacerla
cercanía con una sencilla sonrisa.
Nená de la
Torriente