No
me preguntes sobre el sexo
de
los ángeles,
ni
sobre cuando lograrán quebrar
los
sentimientos,
los
tabiques insondables
del
alma.
Las
trampas que la vida enseña
se
aprenden enseguida,
y
podemos jugar a ignorarlas,
pero
no apostaría a esa carta
porque
todo vuelve
con
la misma suerte,
nunca
con la suerte cambiada.
Vive, no dormites sobre los pies,
y
quien sabe si al final averiguas
si
los ángeles tienen sexo,
o
si se puede quebrar
lo
que parecía inquebrantable.
Nená de la Torriente
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