Si
no me ves
no
tengas miedo,
me
oculto dentro de la lágrima
para
ser invisible.
El
dolor siempre es de uno,
pertinaz
e inalienable.
No
pienses que me he ido,
ni
que he cruzado los cinco
continentes
en busca
de
lo más efímero,
para
poder besarlo
antes
de que expire.
Ojala
las personas fuéramos
como
los árboles,
mudas
por dentro y
crecidas
en verde por fuera,
todo
tránsito, frutos, otoños,
inviernos, ciclos bulliciosos.
Volcanes
de color interminable
que
se asuman contenidos en otros.
No
pongamos nombres a las cosas
que
luego no las entiendo,
la
vida, el dolor, el amor o la muerte,
son
demasiados conceptos.
-Me dijiste:
¿Qué es para ti un
poema?
Te contesté que no es un diario
de lo íntimo,
que es un conjunto de versos
a una emoción sujeta-
Nená de la Torriente
pues te lleva la vida el silencio
ResponderEliminardéjame ser un poco frágil continente
que acaricie el dolor de tu lágrima
oler tu savia en la orilla
disfrutar el color de tu volcán sin nombre
la fuerza que me das
tu emoción conmueve mi diario
quiero ser cómplice de una niña rubia
jugar con ella el juego más hermoso
compartir con guiño su mirada
ajeno a un mundo de palabras
y al final de la tarde
abrazarte que conmueva tus adentros
y si me dejas
tirarte un beso con la mano
Acepto.
ResponderEliminarUn cómplice siempre es un regalo del cielo.
Beso,
Nená