Voy
subida sobre tu piel,
en el espacio que dibuja tu clavícula.
A
veces me hago un ovillo y duermo,
pero
otras, cuelgo las piernas y voy viendo
el
mundo desde ti, al ritmo de tus pasos.
Algunas
mujeres se giran a mirarte
pero
tú ni siquiera las ves,
y
a ti se te acelera el pulso cuando
ves
mujeres lindas,
porque
noto como me agitas la espalda.
Lees
mucho, muchísimo,
y
hablas con mucho pedante perdido
en
alguna escalera, pero también con
encantadores
y personas sencillas
que
saben mucho.
Creo
que eres feliz,
uno
de estos días me bajo del hueco
de
tu clavícula y me subo en otro.
-No
vaya a ser que alguien necesite mi ayuda-
Nená de la Torriente