Uno no sabe cómo lo ven
hasta que no lee o escucha atentamente,
y tiene que bajarse del caballo despacio,
casi avergonzado, por haber trepado
a una altura temeraria.
Tienen que decirte que no estoy
para que no sigas estando,
o que ya me fui para que no vuelvas.
Que dejes de esperar margaritas en tierra baldía,
porque los huesos no admiten más hueso,
¡antes sí, que había carne!
Curiosa es la vida que vira y siempre te dice
callando.
Nená de
la Torriente