domingo, 9 de septiembre de 2012



Acepta mis manos sobre tu rostro 
tímidamente buscándote, 
no te inquietes, 
deja que te eche de menos. 
Como el ciego reconoce,  así 
busca mi memoria tus ojos, 
tu nariz,  tus labios. 
No te alarmes, 
no soy un espíritu de aire 
si presientes un roce, 
o una caricia distinta 
que se pose en tus hombros 
y recorra tus brazos hasta 
acabar en tus dedos. 

Hoy déjame ser la invidente 
que te traiga hasta mí. 




Nená de la Torriente

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