Se
arruga la Saintpaulia
en su tiestecito malva,
sus
hojitas se duelen por tus afligidos ojos.
Me
dice bajito que no llores,
que
la mañana traerá nuevos colores,
flores
carmesí de corazón abierto.
El
amor de los hombres es como el pan
que
se pasa,
unas
veces se seca y se parte en mendrugos,
pero
otras se dobla
como una varilla se contorsiona.
No
hagas caso.
Cuando
un hombre ama, ni se seca ni se dobla,
lucha, siempre lucha, en combate y refriega,
y
si no hay cruzada también guerrea
por
si la hubiera.
Éstos
no son amores, aunque sí pan de varones,
pero
por ellos ni una lágrima, corazón,
de
tus ojitos ni una lágrima derrames.
Nená de la Torriente