Al
final quedan las huellas
de
pies de una lista de espera.
Cuál
es tu número, lo desconoces,
pero
sabes que hay otros antes
o
durante con la misma Llamada.
Eres
el ojal de una camisa
que
tal vez se cierre con un botón
o
tal vez no, pero no importa.
Ya
son muchos reveses
e
incontables lágrimas, para imaginar
que
por una vez eres Tú la esperada
la
singular, la única.
La
sola idea ya es un estupor.
Cuando
escucho narrar historias
aterciopeladas
desde gargantas amigas,
siento
auténtica ternura
de
una manera inconsciente,
automática, irreflexiva.
Lo
maquinal del sentido común se activa,
porque
los cuentos son cuentos,
algunos
encantadores, con su principio
y
su final,
pero
su verdad es vulnerable,
y
eso, casi siempre se olvida.
Nená de la Torriente
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