-Todo por un sencillo gesto-
Es
fácil apagar la luz.
Un
sencillo gesto
y
la cinta retrocede
hasta
salirse del carrete,
desaparece
lo que fue,
las
palabras se amontonan
como
hojas secas sobre la acera.
Se
acabó la percepción que tenías,
la
habitación que llenabas
ya
no es la misma,
aunque
sepas que debería de ser
exacta.
No
reconoces lo que anhelabas
ni
tu roce sobre la flaqueza,
porque
ya no lo es,
porque
ya no la buscas,
porque
jamás lo harás,
y
sólo por un diminuto y sencillo gesto,
que
sin saberlo
te
ha liberado de ti misma.
Se
acabó.
Sonríe.
Nená de la Torriente