jueves, 13 de septiembre de 2012


Sigues la broma de entender 
una voz 
-porque tal y como está la vida 
parece una chanza-, 
y descubres propulsores y 
otros artilugios que antes no 
conocías,  maravillándote. 
Hueles otros aromas,  ríes otras 
risas,  cantas otras canciones. 
Pasas un día en otra escuela
donde utilizan un ¡método!, 
palabra fascinante,  casi cabalística, 
que tú desconocías. 
Y de algún modo,  al día siguiente, 
cuando te miras al espejo, 
has crecido un poco 
-quizá medio centímetro- 
porque la alcayata que lo sostiene 
no ha podido moverse. 

‘Yo es que soy así, 
no pienso cambiar, 
tengo un modo de hacer’, 

no hay frases más tremendas. 



Nená de la Torriente