Las
mayúsculas a principio de línea.
Esas
comas y los acentos,
esos
acentos tan incómodos,
la
fuente, la caricatura de lo
obsoleto.
Pretender
ser original es vulgar,
más
aún en estos tiempos
donde
todo es cambio y voltereta.
Ordinario
como poner una flor feísima
de
p l á s t i c o,
dentro
de un búcaro exquisito de porcelana.
Sostener
un cigarro sólo porque ‘viste’
es
ridículo, como son ridículas tantas
tendencias
aceptadas a la voz de un ‘¡ar!’,
más
militar que glamuroso,
porque
huele menos a perfume irritante
que
a grasa de armamento
-y
en definitiva te sometes
o
estás fuera del campamento,
cuando
no exterminado-
Te
entiendo, créeme, rompes moldes,
le
das la vuelta a la cacerola
e
intentas decir sin decir:
'opuәᴉɹnɯ
ɹәɔɐu ɐ oʇlәnʌ
әɥ
resulta
encantador.
Pero
no consigue arañarme la nuca,
ni
altera mi sistema nervioso,
es
como volver a empezar desde cero,
divertido, muy divertido, un convite,
poco
más.
Nená de la
Torriente