martes, 4 de septiembre de 2012




Cuando te quedas dormido en la playa 
tus huesos te echan sermones, 
como si fueran unos padres enojados 
por tu actitud negligente. 
Tu pelo te sonríe,  se asemeja a una 
anémona marina en constante movimiento. 
El cielo en su calima temprana, 
parece sorprendido,  y quiere cubrirte 
con su manto de agua,  no vayas a quedarte 
desprotegido, 
como si un niño regalase su chupete 
a un león,  pensando que es lo que más 
le gustaría. 
Pero a pesar de todo,  y de que posiblemente 
cuando te incorpores,  RoboCop a tu lado, 
sea sólo una imitación asequible, 
abres los ojos y el mundo se ve 
infinitamente luminoso, 
como si la vida fuese una cinta en blanco 
que comenzase en ese instante a grabarse. 



Nená de la Torriente

2 comentarios:

  1. Es verdad, lo has descrito muy bien. ¡Y esa sensación me encanta!!!

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  2. Supongo que la sensación deliciosa de empezar de cero jajaja. Porque si te crujen las rodillas y la espalda, como a mí, pensarás en algún momento que eres un cuerpecillo desvencijado y falto de aceite en las junturas.
    Abrazote,

    Nená

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