Tenía
pies de paloma
y
cuerpo de escarabajo.
Siempre
creyó que su destino
era
cruzar el mundo de parte a parte,
pero
la azada le pesó más que
la
ilusión, y los túneles oscuros
le
llamaron día y noche.
No
sabía que existían las respuestas,
por
eso jamás se atrevió
a
formular en alto una pregunta.
Cuando lo supo ya era demasiado tarde.
Existen
vidas, muchas vidas,
que
no se abren.
Permanecen
atadas a un nudo
de
tierra seca o húmeda,
sin
saber, sin entender porqué,
ni
cómo hubieran querido vivir.
Nená de la
Torriente