martes, 11 de septiembre de 2012


Cuánto quiera, 
cada línea un pecado libre de peaje. 
No hay censura,  ni atención primaria 
por si caigo y me rompo la escápula. 
Cara o cruz,  no voy a mirar 
lo que enseñe la moneda, 
como no deshojaré margaritas, 
ni leeré posos en las tazas. 
Me quedo con el último escrito de Batania 
de los atardeceres rojos, 
exquisitamente escrito,
que tan bien le define, 
porque el resto no me arrastra. 
Me quedo con el Idiota,  que estulto 
ni poniéndose a propósito,  parecería. 
Me quedo con una Eva sutil,  piel por debajo 
de la piel,  intentando respirar 
sin levantar el aire. 
Me quedo con poetas que no recuerdo sus nombres 
que baten delicioso almíbar. 
Me quedo con la independencia del poeta 
que no se somete al círculo. 
Me quedo con una Poesía Abierta que 
siempre enseña. 
Ofrezco esta loca expendedora, 
que saca una suerte de líneas 
todas distintas y a todas horas. 
Ofrezco una sonrisa nueva 
por cada ojo que me ve y 
por cada ojo que no me mira; 
y una voz 
entre tierna y salvaje 
que cree firmemente 
que aún podemos salvarnos. 




Nená de la Torriente