Deserto
de este pequeño vergel
de
letras incluseras
y
dejo de viajar en el recuerdo,
-sólo un rato-
en
vagones de trocha angosta
por
entre panojales y riachuelos.
Regreso
al mundo de los no vivos,
a la
ciudad en crisis, la de la tos
asmática, del tabaco anónimo,
la
de la edad entre los dedos.
Voy
a hablar como sé, como
entiendo
las letras, con el sabor
a
promesa que aún no se ha hecho.
Dejo
la fábrica abandonada de quesos,
la
mina de arcilla, mi niñez.
Dejo
también mi presente de palmeras
y
la playa de coralinos rojos,
los
colores malvas del cielo
de
la isla, bajo la plata del agua
todos
los noviembres, año tras año.
Vuelvo
a casa, a la ciudad calcinada,
la
del mundo de los no vivos,
y
seré promesa que aún no ha nacido,
que
no ha roto en grito todo
lo
que me quede por decir.
Nená de la Torriente
Te deseo suerte para ese regreso. Y te mando besos para el viaje.
ResponderEliminarGracias preciosa.
ResponderEliminarBesucos,
Nená