sábado, 1 de septiembre de 2012


Deserto de este pequeño vergel 
de letras incluseras 
y dejo de viajar en el recuerdo, 
          -sólo un rato- 
en vagones de trocha angosta 
por entre panojales y riachuelos. 




Regreso al mundo de los no vivos, 
a la ciudad en crisis,  la de la tos 
asmática,  del tabaco anónimo, 
la de la edad entre los dedos. 
Voy a hablar como sé,  como 
entiendo las letras,  con el sabor 
a promesa que aún no se ha hecho. 
Dejo la fábrica abandonada de quesos, 
la mina de arcilla,  mi niñez. 
Dejo también mi presente de palmeras 
y la playa de coralinos rojos, 
los colores malvas del cielo 
de la isla,  bajo la plata del agua 
todos los noviembres,  año tras año. 
Vuelvo a casa,  a la ciudad calcinada, 
la del mundo de los no vivos, 
y seré promesa que aún no ha nacido, 
que no ha roto en grito todo 
lo que me quede por decir. 



Nená de la Torriente

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