miércoles, 12 de septiembre de 2012




Temblará aún más el suelo. 
El Generador está funcionando, 
las piezas,  su engrase,  el motor, 
todo está a pleno rendimiento. 
Al principio una pequeña alarma, 
luego vibró con pequeños estallidos 
-supuso una llamada de atención 
para leerse las instrucciones, 
pero nadie las leyó- 
Ahora ya tiene ritmo constante. 
El Generador de odios 
ya convive entre nosotros. 
Odio el sistema. 
Odio el sentimiento. 
Odio como funcionan. 
Odio lo que hacen. 
Odio lo que harán. 
Odio lo que piensan. 
Odio lo que pensarán. 
Odio lo que están pensando. 

Estamos perdidos. 
Cautivos por una máquina infernal 
infructífera,  recorta vidas,  ulcerante, 
productora de impotencia 
física y mental 
¡Pobres amantes! 
¿Nos quedaremos sin genios? 
¿Quién podrá libertarnos 
de nuestra propia aversión? 
¡El Diluvio,  el Diluvio,  que llegue el Diluvio! 
-¡Ah no! eso era de otra historia- 

Bajemos al trastero,  vayamos al armario, 
al cajón de la cocina, 
o a la caja de herramientas, 
cojamos un martillo,  una maza,  o un mallo, 
y quebremos entre todos ese rugido constante 
del odiosísimo Generador que sólo 
nos instiga obscenamente a odiar. 


Nená de la Torriente