-Me siento bien y lo comparto.
No sé si porque ayer conocí a personas
que como yo gustan del abrazo, o porque me llevé
una buena tanda de apretadísimos encuentros-
Libre
disposición del alma que se dobla
para
hacer sitio al mimo,
que
si antes se expandía golosona,
deja
entrar oxígeno en su casa por cada
hueco,
escalera, rendija o poro.
Aliento
cálido
de
bocas entre risas,
sin
que traigan el mendrugo
fugaz
de un momento.
Porque
de cada calor del segundero, el alma aprisiona
calorías
para meses de frío,
y
más allá del puro gesto, nos recuerda la brevedad
de
los cueros, del color de los ojos, de la tersura de las pieles,
de
que la vida es un puñado de alborozos y puñeteros.
Que hoy estás, y mañana sabe Dios.
Nená de la Torriente