Cómo
cansa recoger patatas.
Los
tobillos se te van en todas direcciones
como
si no conocieran caminos,
ni
rutas,
ni
zapatos.
Cuando
tú discutes conmigo
es
como recoger cien campos de patatas,
creo
que te diste cuenta,
y
ya sonríes,
que
notas como me llevo la mano
a
la espalda, y me seco la frente,
y
me sube la calorina a ambos lados de la cara,
como
una muñecona al sol de Levante.
Sé
que hay que ser paciente,
respetar
el criterio del otro, ese parecer
que
ya empieza con un desatino ciclópeo
y
tú tienes que aguardar tu turno.
Sorda, creo que estoy sorda
por
necesidad perentoria,
y
ahora ¿quién escucha lo importante?
Nená de la Torriente
Gracias por la lección de capacidad de comprensión que me das en este poema. Con tu permiso lo voy a utilizar en mis clases
ResponderEliminar¿Eim? Mí no comprender, pero mi capacidad está intacta para intentarlo, tantas veces como tú estés dispuesto a explicármelo.
ResponderEliminarUn abrazote,
Nená