No
te deshaces de la escarcha
del
todo
aunque
a pleno sol quemes la piel
hasta
la herida,
mi
amiga lo sabe.
Hay
rincones del corazón
que
no es que recuerden a quién,
sino
que se abrieron en pequeñas fugas
de
minúsculas pero poderosas proporciones.
El
músculo no vuelve a ser igual,
ni
la mirada,
ni
el paso guarda aquel ritmo bailarín
de
otro tiempo,
porque
la ilusión perdió un color
del
azul al amarillo, imprescindible,
para
que todo vuelva a parecer nuevo.
Y
pasan los días como las gotas
discurren
en otoño por los cristales,
sin
el afán de esperar con el mismo entusiasmo
el
timbre que llame de nuevo a la puerta.
Nená de la Torriente
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