-Elucidación con enorme cariño-
En
el espejo del poema
algunos
se obstinan en verse,
si
es preciso, doblan su cuerpo,
se
retuercen, hacen el pino.
Leen
despacio los versos,
uno
a uno, pensándose en ellos,
en
un esquema de búsqueda y
reconocimiento.
Lamentablemente
el autor de letras
anduvo
descalzo en su mundo,
ajeno
a otras constancias.
Lo
que une al ojo y al
poema
que lo invade, es la
misma
condición,
porque
no somos tan distintos.
Si
tú te ves en los versos,
es
porque compartimos el pulso,
un
vagón en esta tierra peregrina
y
nos damos la mano
espontáneamente.
Pero
nunca te obstines en verte
con
una lectura ciega,
a
no ser que veas tu nombre
dedicado
al principio,
porque
alguno se despista
sin
querer,
o puede despistarse mucho.
Nená de la Torriente