En
la alacena hay miel, mermeladas,
orujo
de hierbas y licores,
harina
de almorta y pesto rojo,
mi
corazón en una tarro
y
un mazo de cartas.
Por
las mañanas, cuando aún el
sol
no ha abierto los dos ojos,
ya
huele a pan en mi cocina,
y
el café invade cada esquina llamando
a
filas a los cuadros.
Recuerdo
cómo le gustaba a mi madre
desayunar
en la cama
-y
aún no lo comprendo-,
aunque
me encantaba verle la cara
cuando
le llevaba el desayuno y
observar
la parsimonia dulce de sus gestos.
Las
personas somos anónimos pasajeros
en
un tren de cercanías,
cuanto
más las observas
más
se destilan en ti.
A
unos los quieres al instante,
casi
con atropello, a otros a trompicones
con
cierta dificultad,
y
a la mayoría más pronto que tarde
como
la cosa más natural del mundo.
Nená de la Torriente
Není, eres una persona muy entrañable.
ResponderEliminarAsí me ves tú, porque tienes ojos para ver el mundo de esa manera. Travieso, siempre niño pero inocente del todo, quizá algunos miren con ojos aviesos pero tú conservas la mirada de la tierra, la que juega a burlar el mundo, y por eso siempre serás mi amigo. Tú si que eres entrañable.
ResponderEliminarMi abrazo de oso,
Nená