-¿Quién
eres tú? No importa-
Mídeme
palmo a palmo
como
yo te mido, con la voracidad
de
las fieras.
Aquí, allí no te detengas,
deja
que recupere la memoria,
como
ahora, así, sigue.
La
velocidad no existe, ni el tiempo,
ni
el margen del cuerpo y su extensión
dudosa.
El
roce no es reyerta es continuo pellizco
de
hambre, de mordisco codicioso.
Suspendida
la lengua, la llama es una pira
en
su misterio ¿qué hay debajo?
No
preguntes.
Acorrala
mis piernas.
Nená de la
Torriente