Hay
maneras, deslizar el pie
por
el charco como una lengua
que
lame, o saltarlo a la pata coja
como
un colegial casi prudente,
o
aquel que pisa el mismo centro
esperando
sentir sus gotas.
Hay
maneras, rozar el labio
a
pachas esperando el latido preciso,
besar
el labio sin más,
con
la sensatez del amigo,
y
besar el labio esperando
que
te dinamite el goce por dentro.
Hay
maneras, chocar la mano con blandura
como
quien no sabe ni te espera,
o
con el final justo de los dedos,
temeroso
de tu presencia,
y
el que de pulgar a pulgar hunde su palma
con
fuerza, seguro de su saludo.
Siempre
hay maneras.
Nená de la Torriente