jueves, 13 de septiembre de 2012



Vértice silencioso de la roca, 
ahora que cubres mi pelo 
de esta tormenta,  y lo has hecho 
sobre tantas otras cabezas, 
observa nuestra pobre condición. 




La debilidad de nuestros huesos, 
el tejido que nos cubre, 
la escasa humedad que desprendemos. 

A pesar de lo que ves,  somos 
capaces de abrir montañas 
para construir túneles,  carreteras, 
gigantescos monumentos a la habitabilidad, 
pero somos incapaces de entendernos. 
Cuanto más tenemos más necesitamos, 
si tuvimos,  siempre echaremos de menos, 
si no tuvimos creemos tener derecho 
a tener alguna vez. 
Corremos. 
Ladramos. 
Los que susurran,  sólo son raros, 
esperpentos sin futuro en el reino 
de los prodigios sociales, 
anómalas realidades sin amigos, 
sin ambición. 



Nená de la Torriente