Nadie
va a venderte un campo
de
higos en enero.
Nadie
va a venderme
una
promesa nunca más.
Nadie
va a regalarte el sol
una
noche de junio.
Nadie
va a dejarme soñar su sueño
sin
dejarse algo de intimidad.
A
ti podrán darte una sonrisa
si
llevas el bolsillo abierto.
A
mí podrán traerme una canción
si
bajo tarareando la escalera.
A
ti pueden pintarte el vestido
si
sostienes con las manos su tela.
A
mí quizá me den un beso
si
precipito el deseo.
Siempre
esperamos ángeles,
ángeles
y personas buenas,
porque
el niño no quiere irse
y
no hay modo de que
escuche
la verdad:
Amiguito,
ya no quedan ángeles
en
el cielo, y los buenos,
han
emigrado a otro lugar.
-Aunque eso sólo
lo piensa un malo-
Nená de la Torriente
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