así, sin vernos.
Yo
no sé tu nombre,
tú
no sabes el mío,
ni
los muros de piedra
que
marcan tu-mi contorno.
Yo
te grito ¡te quiero!
tú
me gritas ¡te quiero!,
y
somos capaces de sentirnos
queridos-das, mucho, mucho.
Así
de fácil,
como
una carta en un buzón
a
cualquier destinatario.
Porque
el amor
cuando
es amor,
es c i e g o .
Nená de la
Torriente